Cuestiones respecto al embarazo y al parto (1)

El embarazo es uno de los momentos en que la mujer experimenta los cambios más drásticos, tanto físicos como psicológicos; de la misma manera, nuestro futuro hijo o hija se desarrolla de manera asombrosa, pasando de ser un cigoto a un bebé.

¿Cómo sé que estoy embarazada?

Evidentemente, cada cuerpo es diferente, por lo que se pueden dar todos los síntomas más comunes, algunos o ¡incluso ninguno! Nadie conoce mejor tu cuerpo que tú misma, así que presta atención si ves que se producen alguno de los siguientes cambios:

  • Ausencia o alteración de la regla.
  • Inapetencia, náuseas, mareo, vómitos.
  • Estreñimiento.
  • Mayor necesidad de orinar (debes estar atenta ya que las infecciones de orina pueden ser más frecuentes estando embarazada).
  • Crecimiento de los senos.
  • Sueño o cansancio excesivos.
  • Mayor sensibilidad hacia los malos olores.
  • Cambios en el carácter.

Ante la apariencia de uno o varios de estos síntomas, lo habitual es hacerse una prueba de embarazo. Para ello solo se necesita la primera orina de la mañana, preferiblemente, y se puede hacer desde los primeros días de retraso de la regla. Los test de embarazo valoran la presencia de la hormona HCG (gonadotropina coriónica humana), producida por la placenta y que está presente en la orina durante el embarazo. Pero, ojo! Es posible obtener un falso negativo si el embarazo es muy reciente y los niveles de HCG no se han podido detectar, así que si crees que estás embarazada y has dado negativo en el test, lo mejor es pedir hora con tu ginecólogo.

¿Cuáles son las fases del embarazo?

El primer trimestre

Resulta muy difícil detectar cuándo se ha producido la fecundación, por lo que se toma como referencia el primer día de la última regla. Esto es lo que se llama “edad gestacional”, y puede llevar a confusiones, ya que el embarazo se empieza a contabilizar desde antes de la fecundación. Por este motivo, y pese a que se dice que la gestación dura 9 meses, en realidad dura alrededor de 40 semanas. Teniendo en cuenta esto, se considera que entre las semanas 1 y 2 es cuando se produce la fecundación y empieza el primer trimestre, que dura hasta la semana 12. Durante estos 3 primeros meses, el bebé se denomina “embrión”.

Entre las semanas 3 y 4, el óvulo fecundado se desplaza por la trompa de Falopio y se adhiere en el útero, en lo que se conoce como “implantación”. El embrión es demasiado pequeño aún para ser visto en una ecografía (a las 4 semanas tiene el tamaño de un grano de arroz, aproximadamente).

En el segundo mes comienza el desarrollo del embrión. A las 6 semanas de gestación ya se le pueden ver los ojos, la columna y el latido del corazón, aunque todavía es muy pequeñito/a, midiendo 4-5mm de largo. También se empieza a formar el el tubo neural (que más adelante formará el cerebro, la médula, etc), el intestino, la piel y el cordón umbilical. El embrión va adquiriendo más forma humana, con un atisbo de orejas, nariz y labio superior. También es cuando empiezan a aparecer los primeros síntomas físicos del embarazo para la futura mamá: la primera falta, nauseas, vómitos, cansancio… También es importante recordar que al aumentar la producción de sangre, el corazón late más rápido y puede aumentar la sensación de agotamiento.

Durante la semana 7 y la 8 los dedos todavía están conectados por membranas pero ya son visibles.

En el último mes del primer trimestre todos los órganos fetales están desarrollados y empiezan a funcionar, aunque les falta mucha maduración (los riñones, por ejemplo, empiezan a producir orina). Ya se diferencian los órganos sexuales, los párpados (aunque aún están unidos entre sí) y las cejas. El cerebro se cubre de huesos protectores que aún no se sueldan entre sí, ya que el cerebro todavía tiene que crecer y el cráneo tiene que ser flexible para poder pasar por el canal de parto. Un vello llamado “lanugo” empieza a extenderse sobre todo el cuerpo. Al mismo tiempo aparece un unto sebáceo, el “vérnix caseoso”, segregado por las glándulas sebáceas de la piel. Este sebo protege la piel del feto, evitando que se arrugue o deteriore al estar en contacto permanente con el agua y es el responsable de que el bebé presente un aspecto grasiento al nacer.

El embrión crece hasta los 7cm de largo y pesa entre 15 y 20 gramos y pasa a denominarse “feto”. Los huesos empiezan a endurecerse y aparecen los primeros movimientos espontáneos (aunque la futura mamá aún no los nota).

A estas alturas es normal que la gestante empiece a ganar peso; de hecho, se calcula que este será un 10% del peso total ganado durante el embarazo.

El segundo trimestre

Una vez entramos en el segundo trimestre, las molestias del primero suelen desaparecer, a la vez que la tripa empieza a abultarse.

Entre las semanas 13 y 14, el feto ya mide unos 8cm, empieza a crecerle el cabello y presenta movimientos reflejos, que al principio no son muy coordinados.

En el cuarto mes los aparatos digestivo y urinario funcionan, aparecen las uñas y las huellas digitales, y la madre puede empezar a notar pequeños movimientos. De la misma manera, se puede detectar el latido del corazón con un Doppler; el corazón del feto late entre 120 y 160 veces por minuto.

A partir del quinto mes se empieza a formar la grasa debajo de la piel, se desarrollan los sentidos y puede empezar a percibir sonidos y luces. Si el feto es femenino, se forma el útero. A finales de este mes el feto puede llegar a medir entre 22 y 25 cm.

Durante el sexto mes, ya tenemos un feto con cabello, cejas y pestañas, capaz de responder a estímulos musicales. Puede hacer gestos como sacar la lengua y su piel va cogiendo consistencia y dejando de ser translúcida como hasta el momento. Puede llegar a medir 32cm de largo y a pesar entre 750g y 1kg.

A finales del segundo trimestre, la futura mamá puede empezar a sentirse incómoda adoptando determinadas posturas, puede estar más cansada y tener dolores de espalda o sentir hinchazón.

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